Estupefacta ante el cierre de las iconografías turísticas locales, bajo incomprensibles caracteres chinos, una transeúnte recorre la Gran Vía de Madrid, en plena segunda ola del Coronavirus. La madrileña Gran Vía, hoy desértica, con sus aceras ampliadas hace tan poco para atender las enormes aglomeraciones de madrileños y turistas de todos los rincones del mundo que hace menos de un año, sumaban los 80 millones de visitantes al país. Hoy es recorrida por una mujer que camina sola y temerosa bajo su abrigo y cubre la mitad de su rostro con la obligatoria mascarilla que ha marcado nuestro 2020, con ella, disimula su probable estupefacción. Con asombro contempla la localización estratégica del centro de información turística de Castilla La Mancha, totalmente cerrado; como tantos hoteles, bares y teatros de todo el país, cuya principal industria, el turismo, está tan cerrada como esta oficina. Resulta paradójico ver algunos iconos dibujados en el cierre del local, que a m
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